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ACTO
TERCERO ABRE
DE NEGRO: EXT.
CAMPAMENTO - NOCHE - PRESENTE Después de haber
encendido el fuego, haber acicalado a Argo y haber preparado y disfrutado
los pastelitos con el relleno rojo, Xena y Gabrielle están acostadas
mirando al cielo. Gabrielle señala un pequeño grupo de estrellas. GABRIELLE Mira,
ahí está aquel pez que
lanzaste a los cielos. XENA Mm. Gabrielle mueve su dedo
levemente y señala una estrella que pareciera haber sido sumergida en
sangre. GABRIELLE Ése es el planeta de Ares.
Xena
gira su cabeza lentamente y le dirige la mirada a Gabrielle. XENA Buena
transición. Las
cejas de Gabrielle se elevan. GABRIELLE ¡Transición!
Estoy impresionada. Xena
sonríe con satisfacción. XENA Algo
se aprende al vivir con una bardo. Gabrielle
ríe ahogadamente. GABRIELLE Bueno...
ya que hemos sacado
el tema. Xena levanta las cejas y considera negarse,
no deseando romper la sensación de bienestar que está experimentando.
Pero cambia de idea al ver la mal escondida expectación en la cara de
Gabrielle y suspira. XENA Muy
bien, entonces... CORTE
A: INT.
TEMPLO - DÍA - PASADO Xena
está en el umbral
del templo, mirando hacia un pequeño claro. Diez hombres con
armaduras y armas desiguales practican unos con otros. Dos o tres parecen
bastante buenos luchadores, pero el resto son, cuanto menos, ineptos. Xena
pone los ojos en blanco mientras observa a un gigantesco hombre con
aspecto de oso barbón tropezar con sus propias botas, casi empalándose a
sí mismo con la espada de su compañero. Eneas
se aproxima silenciosamente a Xena y se detiene junto a ella mirando a los
hombres. ENEAS Mercenarios. Xena
resopla. XENA Quienquiera
que los haya contratado, seguramente no obtuvo lo que pagó por ellos.
ENEAS Ah,
de hecho, ahora está muerto. Estos son
los únicos que quedan de
un ejército de casi quinientos que
tuvieron la poca fortuna de pelear contra
una de las bandas de guerreros de Khan. XENA Merecido
se lo tiene por contratar idiotas
patéticos como estos. ENEAS Cierto,
cierto. Este grupo escapó únicamente
bajo la más... fortuita...
circunstancia. Sus
labios tiemblan ligeramente, conteniendo una sonrisa. ENEAS (continúa) Perece
que una tormenta apareció de la nada y
se tropezaron con este lugar accidentalmente
para protegerse de ella. Xena
entrecierra los ojos mientras observa al sacerdote. XENA Bastardos con suerte.
ENEAS (presuntuosamente) Sí,
lo son, ¿no es cierto? Levantando el faldón de su túnica, camina
por el umbral y silenciosamente baja hacia el pequeño claro de tierra
apisonada que bordea el templo. ENEAS (continúa) Ven.
Acompáñame. El aire fresco
te hará bien. Xena
continua observándolo con recelo por largo rato; después se encoge de
hombros y tranquilamente camina hacia el exterior. CORTE
A: EXT.
TEMPLO - DÍA - PASADO Al ver al sacerdote, varios hombres dejan de
entrenar y se inclinan en su dirección. Dichos hombres son rápidamente
tumbados de rodillas por sus menos piadosos compañeros. Xena contiene la
risa. ENEAS (continúa) Cuando
estéis en batalla, nunca dejéis que nada os
distraiga. Concentración. Que ese sea vuestro lema.
La distracción equivale a
la muerte. ¿No es así, Xena? La sonrisa se cae de la cara de Xena mientras
lo mira fríamente. Los labios del hombre vuelven a temblar. ENEAS (continúa) Caballeros,
quisiera presentarles
a una guerrera y camarada
griega, Xena. Todos los hombres se lo quedan mirando;
algunos con frialdad, suspicacia, altivez
o incluso sin expresión alguna. Xena sostiene sus miradas hasta
que, uno a uno, no tienen otra opción que la de desviar la vista. Eneas ríe
suavemente. ENEAS (continúa) Un
ejemplo excelente de concentración,
¿no lo creéis? Los
mercenarios se mueven inquietos, con las espadas flojas en sus manos. ENEAS (continúa) De
hecho somos muy afortunados de tener a
esta guerrera entre nosotros, caballeros. Se dice
que ha viajado a muchas tierras y que ha
guiado a muchos ejércitos a la victoria. Tal vez sea
tan amable de compartir algo
de sus conocimientos con nosotros. XENA (sarcásticamente) No soy de las que comparte.
ENEAS Lástima,
pero tal vez ¿aceptarías hacer
un poco de entrenamiento con
estos bravos muchachos? Xena
mira al sacerdote, luego a su brazo roto, y nuevamente al sacerdote. Alza
lentamente una ceja. Sonriendo, él se acerca a ella, hasta que sus
cuerpos se tocan. ENEAS (continúa,
susurrando) Con
seguridad te darás cuenta de
que podrías vencer a todos estos hombres
con los dos brazos rotos. Él
mira su esbelto cuerpo, apreciándolo por uno o dos instantes. ENEAS (continúa,
susurrando) Y
quizás con una o las dos piernas rotas, también. XENA No
me estoy riendo. ENEAS Y
yo no estoy bromeando. Xena, estos hombres son soberbios ya
que creen que, por haber tenido la suerte de escapar, tienen
la prueba de que son bendecidos por los dioses. XENA Mm. ENEAS Creo
que tú eres la persona indicada para
mostrarles sus errores. XENA Y,
¿por qué querría yo hacer eso? Son patéticos.
ENEAS Tal
vez… Pero podrías bajarles los
humos. Cuando llegue el momento de
tu partida, ellos podrían serte
de gran utilidad. Ella
mira sobre el hombro huesudo del sacerdote hacia el grupo de hombres,
algunos con la mirada perdida y otros rascándose varias partes de su
anatomía. Vuelve a mirar al
sacerdote. XENA Sí.
De acuerdo. ENEAS Entonces,
piensa en esto como en una
oportunidad para recobrar tus fuerzas. Ese
es tu objetivo, ¿verdad? Xena
se ríe burlonamente, conciente de que está tratando de utilizarla. Sin
embargo, él tiene algo de razón, y saca su espada con el brazo izquierdo,
el sano, la hace girar, y después apoya la punta sobre su hombro. Lo mira
retadoramente, y él ríe encantado. Volviéndose
a los hombres, él golpea sus manos. ENEAS (continúa
en voz alta) Bueno
caballeros. Alineaos
de dos en dos, por favor. Cada
grupo practicará con Xena por turnos. MERCENARIO
#1 Pero…
¡Es una mujer! XENA Apenas
te diste cuenta, ¿verdad Platón? ¿Qué
te dio esa idea? El
hombre se abochorna. MERCENARIO
#2 ¡¡Y
está herida!! ENEAS ¿Os
negáis a pelear con enemigos heridos,
entonces? Qué honorable. Su
tono de voz da a entender que no piensa eso. MERCENARIO
#2 No,
no es eso. Es sólo que… ENEAS (firmemente) Vosotros
llegasteis aquí pidiendo… No,
rogando… mi ayuda. Os
la estoy ofreciendo ahora. Si
creéis que podéis encontrar algo mejor en otro sitio, entonces,
no faltaba más, id a buscarlo. Los
hombres arrastran sus pies, luego uno o dos mercenarios alzan sus espaldas. ENEAS (continúa) ¿Entonces? MERCENARIOS
#1 Y #2 ¡¡GRAAAHHH!! Xena
rechaza su ataque combinado con total facilidad, bloqueando las dos
espadas con la suya y usándola para alejarlos. Se recuperan, y ella hace
girar su espada riéndose de ellos. XENA ¿Es
eso lo mejor que podéis hacer, chicos? Pensé que estabais peleando, no bailando.
MERCENARIOS
#1 Y #2 ¡¡GRAAAHHH!! Los
hombres corren hacia ella nuevamente, uno apuntando arriba y otro abajo.
Xena patea a la espada baja y la arroja al suelo, atrapándola bajo
su bota mientras fácilmente desarma al segundo hombre, mandando su espada
a través del claro. Ella usa
la empuñadura de su arma contra la sien de uno de los hombres; luego
libera la segunda espada y patea a su dueño justo entre las piernas. Él
cae gruñendo sin aliento, sujetándose sus partes lesionadas. XENA ¿El
siguiente? Eneas está de pie en un lado, sonriendo, mientras
sus ojos oscuros observan cómo Xena vence fácilmente a los hombres que
la atacan. Incluso herida, esto no es trabajo duro para ella, y se da
cuenta, cosa que lo complace, de que ella está dirigiendo los golpes de
manera que pueda evitar matar a los que entrena. En muy poco tiempo, el patio está cubierto
de hombres heridos que se quejan de dolor. Xena se encuentra de pie entre
ellos, ilesa y sonriendo. Al darse la vuelta, ve a Eneas sonriendo, y le
habla llena de sarcasmo. XENA (continúa) Buen
ejercicio. Ya me siento
más fuerte. Y
con eso, comienza a caminar tranquilamente hacia el templo. CORTE
A: INT.
TEMPLO - NOCHE - PASADO Xena está sentada en una silla y mira su
espada mientras la luz de la luna se refleja en ésta. Ella mueve el
hombro de su brazo roto, tratando de relajar los músculos rígidos. La
pelea de entrenamiento no fue nada para ella, pero su brazo no agradece el
pequeño trabajo que le ha obligado a hacer. Ella
mira hacia arriba un segundo antes de que Eneas se reuna con ella. ENEAS Estuviste
bastante impresionante
hoy. XENA (con
desinterés) Un
mono adiestrado podría haber
luchado con esos idiotas. ENEAS Mm. ¿Te
duele tu
hombro? XENA ¿Por qué te interesa, Sacerdote?
ENEAS Una
buena acción se
merece otra, ¿no? Xena
lo mira detenidamente, con evidente recelo. ENEAS (continúa) Me
hiciste el favor de entrenar con mis
hombres, ¿no? Lo menos que puedo hacer
es tratar de minimizar el dolor de tu herida. Ella
se pone rígida mientras él se acerca, mirándolo peligrosamente, con
ojos brillantes. Él se ríe levemente. ENEAS (continúa) No
tienes necesidad de tenerme miedo, Xena.
No te haré daño. XENA No
temo a nadie. ENEAS Muy
bien. Ahora que ya tenemos
eso aclarado... Con una rapidez que no se podría sospechar
por su edad, él se desliza detrás de Xena y pone su mano en su hombro,
luego lo aprieta. Un calor intenso e inmediato pasa por su piel,
suavizando sus músculos tensos. Con
un tirón, se separa de él después de un momento y lo mira amenazante. XENA ¿Cómo
hiciste eso? Eneas
sonríe. ENEAS De
hecho, es uno de los beneficios de ser Sacerdote
de Ares. Es el pago por saber cómo
ayudar a los que están de su lado. XENA (gruñendo) ENEAS Lo
aceptaré como un 'gracias'. XENA No
me gusta que me toquen sin mi permiso.
ENEAS (secamente) Seguro
que me acordaré de
eso en el futuro. No confías
en nadie, ¿verdad? XENA La
confianza es una distracción. Si confías, terminas
muerto. Prefiero seguir viva. De
todos modos, ¿cuál es tu punto de vista? ENEAS ¿Punto
de vista? XENA Si.
Punto de vista. Dices estar interesado en mí como
en cualquier otro guerrero, pero no te veo ahí
fuera “ayudando” a los hombres con
los que peleé hoy. Estoy segura de que algunos
de ellos están mucho peor que yo. Sonriendo,
Eneas alza sus manos, con las palmas hacia arriba. ENEAS ¿Qué
puedo decir? Eres un espécimen único,
Xena. Una mujer, sí, pero con
belleza, inteligencia y fuerza; una gran
combinación, ¿no crees? Xena
gruñe. ENEAS (continúa) Y
muy rara para alguien que
no es amazona. La
cabeza de Xena se alza instantáneamente. XENA ¿Cómo
sabes que no soy una amazona?
El
ríe de nuevo. ENEAS No
sería un buen sacerdote si no pudiera reconocer
a una devota de Artemisa cuando la viera, ¿verdad?
Hay mucho potencial en ti, Xena. Siento
la necesidad de desarrollar ese potencial,
de sacarlo, reluciente y glorioso. El
rostro de Xena se endurece. XENA (fríamente) Otros
mejores que tú han pensado lo
mismo, Sacerdote. Han querido usar ese
potencial para sus propios fines. No
soy el instrumento de nadie. ENEAS No
quiero utilizarte, Xena. Sólo soy el sacerdote
de un oscuro templo en medio de
nada. Los bárbaros locales ya me temen.
¿Qué necesidad tengo de otro guerrero, aunque
sea uno tan… impresionante… como tú? XENA ¿Qué
necesidad, efectivamente? Eneas
suspira. ENEAS O
comienzas a confiar en mí, Xena, o
no. Ciertamente no puedo obligarte. Eres
libre de irte en cualquier momento.
Nada te detiene más
que tu propio deseo. Cruza
para quedar frente a ella. ENEAS (continúa) Piensa
en lo que te he dicho. Te
veré por la mañana. Con una leve inclinación
de su cabeza, se da la vuelta y se retira. Xena lo sigue con la mirada,
con la sospecha y la duda luchando en su rostro. CORTE
A: EXT.
CAMPAMENTO - NOCHE - PRESENTE Gabrielle
se está riendo y Xena la observa, sin comprender. GABRIELLE De
tal dios, tal sacerdote. Los atraes como velas a las polillas, Xena.
Xena
levanta sus ojos. XENA Si
tú lo dices. GABRIELLE ¡Oh,
vamos! Dime que no lo
viste. ¡Tan claro como el día! XENA Lo
que tú digas, Gabrielle. Gabrielle
sacude su cabeza. GABRIELLE Bien.
Ahora, ¿qué sigue? ¿Te
quedaste? ¿Y qué pasó con
el chakram? Creí que de eso se
trataba la historia. XENA Qué
impaciente. Ya
viene. GABRIELLE ¡Xena,
ya han pasado
dos días! XENA (gruñendo) ¿Quieres
escuchar el resto
del relato? GABRIELLE ¡Por
supuesto que sí! XENA Entonces
déjame contarlo a mi manera. Y
eso incluye finalizarlo aquí o por
la noche. Se está haciendo tarde. GABRIELLE Ahh. ¡Vamos!
XENA ¡No! GABRIELLE ¿Por
favor? XENA No.
Además, tengo ganas de
otro relato. Uno que te distraerá
completamente de éste. Gabrielle
capta la sutileza y sonríe. GABRIELLE ¿De
verdad? ¿Lo crees? Xena
lentamente baja uno de los tirantes por un hombro de Gabrielle, y besa la
piel que queda descubierta. XENA (con
voz grave) Así
es. Te lo garantizo. FUNDIDO A NEGRO.
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FIN
DEL TERCER ACTO |